Relato 44 - ANER

Sali muy temprano de casa, solo tome un café y cargue mi mochila con los trastos de la labor, esta mañana se deja caer un suave chirimiri y esto hace mi camino agradable; no encontré mi paraguas habitual y voy bajo el paraguas amarillo que fue el único que encontré, yo mismo me rio, cojo un sendero cercano desde mi casa en las afueras de Ermua que me lleva a la falda del monte Oiz donde tengo instaladas mis colmenas.

Estoy contento pues desde que regresé al pueblo, todo me va mejor, por muchas cosas y determinados disgustos que me llevaron a un fuerte infarto que casi me cuesta la vida, decidí dar un giro a un camino de estrés y carreras que a ningún sitio me conducía.

Mi trabajo en aquel banco me estaba convirtiendo en un ser insensible, ruin y sin escrúpulos, hasta Aimara se terminó asqueando. A veces le contaba los sistemas que mi empresa usaba con los pobres clientes que por pasar por una mala racha lo perdían todo.

Cuando me recupere de aquel infarto en el hospital, una mañana Aimara me beso la frente.

-Quizás te escandalice lo que te voy a decir, pero este infarto no te ha matado y a la vez quizás te haga ser otro, espero lo pienses, yo te he cuidado, pero ya estas fuera de peligro, si alguna vez cambias, me buscas y si en ese momento yo no he rehecho mi vida quizás regrese contigo. No estoy dispuesta a compartir toda mi existencia con un monstruo sin escrúpulos, yo no soy así, es como si un demonio que atenazaba tu alma se hubiese comido al hombre que amaba.

Me quede mirando como salía por la puerta sin mirar atrás.

-Es verdad que estos días después de que Aimara se marchara me han hecho meditar y pensar en cambiar de vida, ¿Pero tengo un plan B?

-Pienso en ello cuando me voy a la cama o en el bar donde desayuno meriendo y ceno desde que estoy solo,

Como cada día. Medito si seré capaz de rehabilitar la casa de piedra de mis padres en Ermua, si quiero una vida sana y sin sobresaltos puede que lo consiga si soy capaz de cuidar las parcelas de mi familia.

 

Al principio me sonó muy raro, pero cuando comencé a dar forma a mi plan cada vez me entusiasmaba más, pedí una excedencia en el banco y me puse a la labor de levantar mi nueva vida como un adolescente lleno de sana alegría haciendo algo fuera de lo que estaba acostumbrado.

Mis vecinos y familiares me aconsejaron que para hacer producir aquellas tierras sin mucho esfuerzo lo mejor eran las colmenas.

Ya tenía doscientas y cada vez me animaba más pues el producto que conseguía era de la mejor calidad

En mi corazón anidaba la esperanza de que pronto enseñaría mi nueva vida a Aimara. Y quien sabe, quizás comenzásemos de nuevo.

Cuando llegué al cercado de piedra donde estaban las colmenas, vi que las primeras estaban destrozadas, luego sentí un fuerte golpe y lo vi.

Se puso a dos patas y rugió, sin duda era un oso, lo que me confundió, nadie hablaba de osos por aquella zona en los últimos tiempos.

Pero tenía algo raro, los ojos le brillaban como dos brasas ardientes, mucho más que unos ojos normales y algo raro en su pelaje me decía que algún detalle se me escapaba.

No sé por qué, pero pensé que alguien disfrazado me estaba gastando una broma muy pesada o algo peor.

Blandí el pesado garrote que llevaba y Sali tras él, pero algo era muy extraño, corría con la agilidad de un gato, ya no me parecía alguien disfrazado, estaba confuso, pero quería salvar lo que con tanto esfuerzo comenzaba a crear, quizás fuese irracional, pero entre tras aquello, fuese lo que fuese en una cueva bajo una gran cornisa de piedra.

No me dio tiempo a encender la linterna, cuando estaba sacándola de la mochila a unos treinta pasos dentro de la caverna el suelo cedió bajo mis pies.

Caí, durante un tiempo que me pareció eterno, pero me parecía hacerlo a cámara lenta, pues rebotaba en las paredes cubiertas de una extraña vegetación y no sentía ningún dolor.

Cuando rebote en un suelo tan mullido como las paredes lo hice por lo menos tres veces hasta que perdí el impulso y quede boca arriba en una estancia muy grande, iluminada por una tenue luz azul, solo oía el sonido del eco de mi caída, después, silencio.

Me senté con el corazón desbocado, mis ojos no podían abarcar en su totalidad la gran caverna y si miraba hacia arriba solo un punto impreciso y del tamaño de la cabeza de un alfiler parecía ser el túnel por el que terminaba de caer.

Una angustia vital comenzó a llenarme, sabía que no podría salir de allí. Entonces aquella extraña luz azul comenzó a ganar en intensidad, como un eco lejano comenzaba a escuchar unos pasos que se acercaban, pero era una cadencia suave amplificada por el eco en el silencio de una sala tan grande.

Me restregué los ojos con fuerza, se dirigían hacia mi como en una especie de procesión doce mujeres vestidas de blanco en sendas filas de seis a cada lado de una que venía en el centro de la formación con un cojín en los antebrazos. Cada vez estaba más confuso, quizás, el golpe me causo más destrozos de los que creía.

No sabía lo que hacer, solo acerté a ponerme de rodillas.

-Buenos días Aner, ¿cómo estás?

- ¿Cómo sabes mi nombre?

-Se muchas cosas, te observo desde tu nacimiento, te hice probar el mal, para después convertirte en el hombre que eres hoy.

No podía asimilar lo que me estaba pasando, era demasiado fuera de lo común, no sabía que pensar además un temblorcillo nervioso recorría mi cuerpo de la cabeza a los pies.

-Este brazalete que porto será tuyo si después de tu tiempo de instrucción y de ver tu interior corroboramos que te lo mereces. Gadea será tu guía y tu instructora estos próximos días, después nos volveremos a ver.

-Por cierto, no me he presentado aun, soy Mari. Los Celtas tus antepasados, decían que era una diosa de los antiguos, figúrate lo arcaica que soy.

La comitiva giro sobre sus tacones y desando el camino que habían traído, todo quedo en silencio, sola ante mí y en cuclillas quedo una de las chicas que llegaron en una de las filas, sonriéndome de una forma muy bonita, su pelo rojo resaltaba más con aquella luz azulada que seguía sin saber de dónde procedía, esa luz perdió un poco de intensidad.

-Soy Gadea, espero saber cumplir mi misión contigo, Mari confía en mí, intentare no defraudaros ni a ella ni a ti.

-Perdona mi aturdimiento, pero espero que lo comprendas, hace un rato llegaba a mis colmenas y me puse a perseguir un oso o algo así y mira donde estoy.

-Pobre Aner, nosotras provocamos eso para que entraras en nuestro mundo, Mari lo ordeno, pues nos dijo que ya llego el momento.

- ¿Porque yo, solo soy un banquero renegado que quería vivir el resto de su miserable vida en contacto con la naturaleza de estos montes?

-Eso piensas tú, pero dentro llevas el germen que te hará con la instrucción adecuada cambiar el rumbo de este mundo que se aboca deprisa hacia su destrucción.

Pronto un perverso virus que se iniciara en China y antes de que nadie lo pueda detener se extenderá por el mundo, será horrible, morirá mucha gente queriendo respirar un aire que se negara a entrar en sus pulmones, la primera oleada comenzara en los primeros meses de 2020. Esta se extenderá por el mundo y aunque causara muchísimos muertos en los cinco continentes, no será nada comparándolo con la segunda oleada que llegara ya en otoño.

El virus mutara y de matar a uno de cada cien, pasara a matar a nueve de cada diez, si no lo evitamos todo lo que conoces se derrumbara y la humanidad nunca volverá a ser la misma, pues la anarquía y la violencia se impondrán entre los pocos que queden después de que los países culpándose unos a otros abran la Caja de Pandora y volviéndose locos usen su horrible arsenal de armas nucleares.

-Me parece una empresa demasiado ardua para un pobre vasco.

Por tus venas corre sangre muy antigua, que desciende de los primeros hombres que se puede decir que creamos a partir de razas primitivas, instruidos por Mari y los que como yo llegamos de las estrellas hace ya muchos milenios.

-Piensa Gadea, que esto me sea muy difícil de digerir, yo soy un hombre practico y pragmático, te prometo que pienso que de verdad o estoy soñando por un golpe que me he dado o estoy ya muerto y esto es el desvarió de la parca.

Gadea se acerca a mí y me da un pequeño pellizco en el brazo, esto sin saber porque pone mi carne de gallina.

-Creo que esta es la forma entre vosotros de comprobar que no dormís.

Se levanta ante mi riendo, entonces contemplo su impresionante figura, es de una perfección de estatua griega, su vestido semitransparente, deja entrever detalles de una anatomía perfecta.

-Para ser tan antigua no estas nada mal.

-Somos de una raza muy, muy longeva que a vuestro interpretar del tiempo puede parecer inmortal, pero no es así, solo vivimos unos doscientos milenios más o menos.

- ¡Solo dice! Y tú cuantos tienes, si no es indiscreción.

- Soy muy joven, solo tengo nueve mil quinientos treinta años, casi una niña.

No sé si estoy siendo el blanco de una pesada broma o es que me estoy volviendo loco, me rasco la cabeza, más confundido cada vez.

-No te debías extrañar tanto, antes en tu mundo no se hablaba de estas cosas, pero ahora ya estáis abriendo la mente a posibles fallos en la historia que os contaron, ya hay científicos que se cuestionan si los grandes monumentos los hicieron civilizaciones muy, pero que muy antiguas, piensa que os seguimos de cerca.

-Además ya la Biblia y otras antiguos escritos hablaban de dioses y hombres que se mezclaron en la noche de los tiempos.

-Tengo que reconocer que me gustan esas teorías, los libros y programas que hablan de ello, pero lo que no esperaba es que estuvieseis vivos todavía y que precisamente yo contactase con vosotros.

-No eres el primero, a lo largo de los tiempos otros como tú, han sido escogidos para cumplir misiones muy importantes para el avance de las civilizaciones y a veces para restablecer los caminos equivocados de algunas de estas. La mayoría de los grandes inventos son inspirados por nosotros, solo que os los vamos dando poco a poco pues algo en vuestros genes tiende con facilidad a vuestra autodestrucción.

-Varias veces casi os habéis extinguido quedando algunos de vosotros en reductos que hemos ido creando para conservar vuestra especie, pues al fin y al cabo sois nuestra creación y eso os hace nuestros hijos.

- ¡Que cosas, estoy alucinando!

-A lo largo de los milenios vuestro orgullo y ansias de poder han creado problemas, pero te juro y esto te lo digo muy seria, nunca como ahora, es la primera vez que amenazáis la vida de todo un planeta tan maravilloso como este y esto no lo podemos consentir.

-Yo poco puedo hacer en un tema tan inmenso como este.

-Pues tendrás que esforzarte pues eres la última oportunidad de los humanos. Tenemos que llevar a los tuyos el remedio de ese raro bicho que está a punto de crear un desastre único en vuestra historia, pero solo lo haremos durante la segunda y peor oleada, de esta forma este virus no os exterminara, pero servirá para bajaros un poco los humos. además, tendremos que guiar de alguna manera la reconstrucción de un mundo que quedara muy dañado en su delicado engranaje.

Pero eso sí, a partir de este punto tendréis que comenzar de cero en cuanto a energías limpias y formas de vivir en un planeta sin devastarlo.

Somos la última oportunidad de los tuyos, si fracasamos nuestros maestros de la confederación de mundos optaran por la opción cero.

- ¿Y eso que es?

-Es muy sencillo, se trataría de escoger en varias regiones del mundo unos cuantos hombres y mujeres y ponerlos en lugar seguro, después no dejaríamos ni a un humano vivo sobre la faz de la tierra, respetando ecosistemas y animales, así el planeta tendría tiempo de regenerarse y comenzar de nuevo con unos humanos bien entrenados para respetar su maravilloso paraíso generación tras generación.

- ¡Eso me suena a genocidio!

-Es por vuestro orgullo, piénsalo bien, el hombre es un ocupa muy moderno en este maravilloso mundo y en pocos siglos lo quiere rematar, eso sí que es genocidio y ya lo estáis realizando con muchas especies y ecosistemas. Creo que en algo nos equivocamos al crearos. No sois el ser maravilloso a nuestra imagen que quisimos poner a andar en este edén.

-Dicho así tiene sentido, no te lo puedo negar.

Llegamos andando a un estrechamiento de lo que parece un tremendo entramado de cavernas, me indica que suba a una plataforma con asientos, esta parece rodar sin esfuerzo por el ancho pasillo por el que avanzamos dejando detrás innumerables bifurcaciones marcadas con unos letreros, en unos signos que me recuerdan al euskera, pero en una caligrafía extraña que no entiendo.

Miro a lo alto y me quedo extasiado, unos grandes focos azules dan luz a un techo que sin duda es el fondo del mar pues extraños seres abisales se concentran en los destellos de claridad.

- ¿Te gusta tu Cantábrico?

-Es precioso desde esta perspectiva, solo que nunca soñé verlo así.

-Podrás disfrutarlo, pues estos serán nuestros aposentos mientras te instruyo. Espero estés a gusto conmigo.

-Estoy muy bien contigo, me inspiras confianza, quizás sea tu tono de voz o tu sonrisa.

-Eso está bien, pues eres mi proyecto, también mi futuro depende de lo que sea capaz de enseñarte, pues después también seré quien supervise y apoye tu empresa.

Gadea me va enseñando, las dependencias todas bajo el impresionante fondo del mar, al enseñarme el dormitorio veo una especie de cama a ras de suelo tan grande que ocupa la mitad de la estancia.

-Es muy grande.

-Si Aner, es porque tendremos que hablar mucho, no nos queda más remedio que aprovechar, tenemos poco tiempo, si no tienes inconveniente dormiré contigo.

Me quedo como alelado contemplándola, solo me sale una estúpida sonrisa.

-Bueno, lo tomare como un sí, además como hay tanto sitio puedes huir de mi si no estas a gusto a mi lado.

Esto lo dice con una sonrisa que a mí me parece picarona.

Ese mismo día comienza con mi instrucción, me comienza a hablar de las entrevistas con los mandatarios de todo el mundo y de las comunidades medicas a las que les llevaríamos instrucciones para fabricar la vacuna de este raro coronavirus, además me va enseñando los datos sobre los cambios que ya han hecho mella en el clima y las instrucciones para que los especialistas comenzaran a trabajar en su solución.

Son días intensos en los que todo me extraña, pero me encanta, la comida imita muy bien la que comería en mi mundo, por lo que lo llevo bien.

Lo mejor lo que pasa en una zona donde se realizan las pruebas médicas, no me entero porque me duermen, pero según me explica Gadea me están reparando por completo.

- ¡Me tienes que durar mucho!

Se acerca y me besa suavemente los labios, es la primera vez y siento como si una descarga eléctrica bajase hasta los pies y tomase tierra, nunca note algo tan intenso.

-Me ha gustado Gadea.

-Quien lo diría, por las noches ni te acercas a mí.

Le sonrió incrédulo.

-Yo creía que no debía hacerlo, temía que recriminases mi osadía.

-Mira que eres cortito, entonces mis ojos no te dicen nada.

Acerco mis labios y la beso con pasión, pero es tanto lo que siento, que me parece algo irreal y exagerado.

Lo que paso esa noche y en las siguientes no lo cuento, porque sería imposible describirlo, ni en euskera ni en español hay palabras para definir lo que sentí, su cuerpo y el mío se hicieron cargo de nuestras almas y no sabría definir ni como, ni cuanto, ni como se entrelazaban y se fundían una y otra vez hasta la extenuación.

Pero seguíamos trabajando, teníamos que rendir cuentas muy pronto ante Mari y más nos valía convencerla, el futuro de millones de seres humanos dependía de nosotros.

Sin saberlo los de arriba tenían en nosotros su última oportunidad.

Me habla con ilusión de los Druidas que poblaron estas tierras hasta el imperio romano y en los grandes poderes y enseñanzas que nos legaron.

Hoy me ha explicado como última lección, en lo que consisten los objetos de poder, me habla de Excalibur, del Arca de la Alianza, de la Mesa de Salomón y muchos más que nos dieron como regalo, De las enseñanzas en grutas como esta al gran Leonardo o a Tesla, también me dice que esto fueron enseñanzas parciales pero que nuestra misión seria la definitiva, me lo dice muy seria.

Solo al final me habla del brazalete de oro que deberé portar y de sus poderes que nos ayudarían en nuestra misión.

Por fin llega el gran día, me visto para la ocasión con un precioso manto color púrpura Gadea también se prepara con una preciosa túnica blanca como la nieve.

- ¡Estas guapísima!

-Tú también, pero hoy tenemos que demostrar lo que tenemos por dentro.

Estamos en una sala más grande, aunque desde la que descendí hasta aquí.

De nuevo la procesión de las compañeras de Gadea, Mari impresionante en el centro, en un cojín en sus antebrazos un brazalete que brilla en mil tonalidades con la luz ambiente.

Cercándonos innumerables seres embutidos en sus túnicas, de variados colores y formas todos guardan un silencio respetuoso.

Cuando llegan a nuestra altura en el centro de la sala nos indica con un gesto que nos arrodillemos.

Junta su frente con la de Gadea y así permanece un largo rato, después lo hace conmigo, siento como si un líquido espeso rebosara mi cerebro, no puedo pensar, todo desaparece.

Solo recupero la razón cuando separa su frente de la mía, me sonríe sin decir nada, coge mi brazo derecho y con un rápido movimiento pone en el brazalete en él, inmediatamente como si tuviese vida propia se adapta al contorno de mis músculos haciendo un débil siseo.

Entre dos de las chicas de la procesión me levantan en vilo, hacen lo mismo con Gadea, las demás sin decir nada vuelven sobre sus pasos con Mari en el centro, los extraños seres que han asistido al acto comienzan a dejar la sala.

Entonces pasa. Una de las chicas que me sostiene pasa sobre mi nuca una especie de herradura. Veo en los segundos que conservo la conciencia que hacen lo mismo con Gadea.

Me despierto, veo rápidamente que estoy junto a la Iglesia de Santiago que conozco tan bien, Gadea reposa su cabeza en mi hombro, estamos vestidos como steampunks, rio al ver nuestra pinta.

-Ves Aner, las calles están vacías a estas horas, ya estamos en plena pandemia, las gentes han recibido la orden de quedar en casa para no hacer incontrolable el contagio.

-Es verdad Gadea, tenemos que darnos prisa, son muchas las cosas que tenemos que hacer.

-No te preocupes veras como todo va bien. Pero tenemos que escondernos y hacer un plan de por dónde comenzar.

Van hacia la casa de Aner, les servirá de base para la labor tan tremenda que tienen por delante.

Cuando llegan Aner se sienta mirando desde la ventana.

-Qué extraña se ve la calle sin gente a estas horas. Por cierto ¿Cómo non trasladaremos de continente en continente?

-Todo está pensado compañero, mañana en la parte más escondida del valle nos esperara una de nuestras naves. Allí tendremos ayuda y todo lo que necesitemos para nuestra misión.

- ¡Y yo que creía que sería colmenero!

-No te preocupes amor, tendremos tiempo para eso y todo lo que desees.

Barlovento.

 

 

 

 

 

 

Consulta la comparativa de eReaders en Español, más completa de internet.

Podría interesarte...

 

 

 

 

 

Obra colectiva del equipo de coordinación ZonaeReader

También en redes sociales :)