Relato 039 - Un bosque como cualquier otro

"Qué bonita mariquita" piensa Julia. La mariquita está jugando entre las cortas hojas del césped que se encuentra detrás de la casa de sus abuelos. Julia viene a esta casa todos los veranos, se encuentra perdida en un bosque, y en verano el clima es el más agradable jamás pensado. El abuelo ha reunido a todos los primos, que son nueve, alrededor de él mientras les cuenta las reglas del juego al que van a empezar a jugar. De todos sus primos, Julia es la única hija única, y siempre ha tenido que descubrir cosas por sí sola. "Y por último está prohibidísimo entrar en el bosque oscuro". Las últimas palabras del abuelo que sacan a Julia de su inopia. El bosque es en realidad llamado por los vecinos el bosque oscuro o de la muerte. Pero el abuelo no lo dice para no asustarlos. Julia espera a que el abuelo acabe de decir las normas pero le ha extrañado lo que ha dicho de ese bosque. Todos los primos de Julia se dispersan, mientras ella se acerca al abuelo y le pregunta:

–Venga chicos, ¡a jugar! – Termina de decir el abuelo.

– Abuelo Tomás, ¿qué tiene ese bosque oscuro al que no se puede entrar?- pregunta Julia curiosa. Tomás se ríe y la mira. Esta chica es intrépida. “No creo que la asuste si se lo cuento, es más, la ahuyentaré” piensa Tomás.

–Mira, mi pequeña Julia. En el pueblo cuentan los más sabios que hace muchos años, ese era el bosque con los árboles más frondosos y verdes. Era un verde tan vivo, que no parecía natural. Las frutas eran las más sabrosas. Era un bosque con vida propia. En sus buenos tiempos, la gente paseaba mucho por esos bosques. “Si esos bosque hablaran…” Decían los vecinos. Pero un día una empresa extranjera llegó y con el afán de talar los bosques cercanos, empezaron por este. Como llegaron tarde solo pudieron talar un árbol, del que examinaron la madera, brillaba, era única, muy cotizada. No era común. Pero al día siguiente cuando llegaron al bosque. Se encontraron un bosque muerto. Como si en una noche se hubiera podrido. El bosque se enfadó. Ennegreció sus verdes hojas y sus brillantes troncos marrones. La luz no pasaba por sus ramas. Los leñadores extrañados culparon al pueblo de sabotear sus planes. El pueblo se defendió, ¿cómo iban menos de veinte personas a causar semejante desastre en una noche? A pesar de todos los lógicos argumentos, la empresa decidió llevar a juicio al pueblo, que de pequeño que era, no tenía ni Ayuntamiento, ya que estaba perdido en las montañas, y era muy autónomo, por lo que no solían necesitar ninguna institución del gobierno.

El juicio se realizó en la ciudad y fue todo un escándalo mediático, ya que era una de las empresas exportadoras de maderas más importantes a nivel mundial. El juez, a pesar de estar presionado por los poderes superiores, entendió los hechos. Dictaminó que por la irresponsabilidad de la empresa a la hora de talar, ya que después de una investigación se descubrió que no tenían permisos muy regulares para talar allí, por su política empresarial poco ecológica y por dañar el bosque del pueblo, no solo tendría que limitar su producción, sino que tendría que indemnizar al pueblo. Muchos años más tarde esa empresa quebró, y el bosque no se recuperó. Es más, se volvió más tenebroso. Su oscuridad fue en aumento, hasta el punto de no poder ver más allá de los primeros pares de árboles. Las ramas se retorcían entre ellas y se hizo tan densa la masa de ramas que la luz apenas pasaba. Las raíces salieron del suelo y formaron trampas para cualquier ser vivo. Hay animales que pudieron huir del bosque, aunque fueron pocos . Los que no lo consiguieron se convirtieron en su alimento. Así que al bosque le ha incrementado el hambre por falta de inquilinos.

Julia está impresionada. Mira al bosque y reconoce cada detalle que le acaba de descubrir el abuelo Tomás. - ¿Alguien ha intentado pasar desde entonces? Quizá el bosque solo quiere compañía.

-No creo pequeña, hace varios años, un hombre perdido se adentró en el bosque, sin conocer su historia, pensando que armado con una linterna lo sortearía fácilmente. La gente del pueblo le avisó, pero el hombre hizo caso omiso a lo que le parecieron leyendas de pueblos.

-¿Y qué pasó con el hombre?- pregunta Julia intrigada.

-No se sabe bien. Ya que nadie lo volvió a ver, se cree que no salió, que el bosque lo devoró. Semanas más tarde su mujer denunció su desaparición y lo vimos en los periódicos.

-¿Es un bosque carnívoro? ¿Y nadie lo estudia?

-No es que sea un bosque carnívoro, es que es un bosque vivo. Tenía alma, ese bosque era como si expresara su estado de ánimo, y ya lleva años deprimido.

Julia le agradeció al abuelo Tomás sus explicaciones. Quería jugar, los demás ya le llevaban mucho tiempo de ventaja, fue lo que le dijo al abuelo. En realidad quería ir al bosque. Quizá necesitaba alguien que lo animara, que lo entendiera, que quisiera jugar con él. Y un hombre que vino de una ciudad y no salió del bosque no es suficiente experiencia como para espantarla.

Corre un rato a la vista de todos hasta que nadie la mira y aprovecha para meterse en el bosque. "Sí que está oscuro" piensa. Pero la ausencia de luz no la echa atrás. Nota como el bosque está vivo, como respira, el abuelo tenía razón. El bosque sabe sobre su presencia. Pero deja a la inocente alma explorarlo. Julia empieza a notar ese enfado del bosque que se mezcla con la tristeza. La tristeza provocada por la soledad, el hambre, la falta de amor por parte del mundo, que su presencia de miedo, y no alegría, como antes. El fracaso de no servir, de recibir tal nombre. El bosque observa la alegría de la niña, la curiosidad, la inocencia. Él lo quiere, quiere renacer, volver a empezar.

Julia mira arriba y ve un atisbo de luz, que le permite estar viendo. Las cortezas de los árboles están partidas, negras. "Qué aspecto tan lúgubre". El suelo es una negra arena que se le está metiendo en los zapatos. Pero Julia lo ignora, cuantas veces se le ha metido tierra en los zapatos del parque. De repente le cae una gota en el brazo, Julia se lo mira, "¡Es sangre!" Se exalta la niña. Para tranquilizarse se dice" Sangre de un corazón herido" ¿Realmente estará sangrando el bosque? El miedo empieza a invadirla. En un abrir y cerrar de ojos la oscuridad es absoluta. Mira con algo de esperanza arriba, de donde ya no viene luz. Se desorienta.

El bosque siente el miedo y la agonía, Julia se empieza a frustrar. Está sufriendo. Al fin y al cabo no es más que una niña. Su respiración se acelera a la par que se vuelve más costosa. Empieza a correr, quiere gritar pero no tiene saliva. Sus ojos están más abiertos que nunca, sus pupilas están muy dilatadas. A pesar de que ella no puede ver nada, el bosque sí la puede ver a ella. Julia empieza a sentir mucho calor. En su intento desesperado de huir se choca con un árbol. Cuando lo toca, está helado. Incoherencias que desorientan y asustan aún más a la niña.

Julia empieza a llorar, ella solo quería animar al bosque. Mientras corre ve un atisbo de luz entre unas ramas, no muy delante de ella. Pero el bosque no la perdona.

Julia tropieza con un raíz y cae al suelo, en un rápido movimiento se levanta. Corre con la esperanza de huir. Las raíces del suelo la hacen caer repetidas veces, al levantarse, las ramas han cerrado el paso y se han convertido en afiladas cuchillas, que cuando la niña intenta cruzar, le cortan los brazos. Las piernas están muy doloridas por las caídas.

Ya llega a la luz, pero se cae con unas raíces, que forman trampas, haciendo que el pie se le enganche, una rama le corta su blanca cara. Con poca energía intenta gatear, dejándose las rodillas. Su ensortijado pelo negro se está enganchando en las ramas. Le tiran la cabeza atrás. Julia ya no puede más, estira la mano en un último intento. Cierra los ojos y cae. Se queda a las puertas de la vida, tirada en el bosque.

Súbitamente el bosque se ilumina. La gente se paraliza mirándolo. Sus hojas vuelven a ser ese verde único, que hace a las hojas parecer golosinas. Sus troncos brillan. Las flores empiezan a crecer del suelo, todos los colores, mezclas. Las ramas se desenredan y la luz ilumina todos los rincones. El suelo se cubre por una corta alfombra verde. El bosque parece sonreír, está feliz. Se ha quedado con el alma de Julia, con su inocencia, con su alegría, con su infancia. Se aprovechó de la curiosidad de la niña para florecer.

La gente está pletórica al ver que el bosque vuelve a ser el mismo. El abuelo Tomás se percata de que Julia no ha vuelto. Se asusta y se teme lo peor de la pequeña. Corre hacia el bosque para ver si ella ha sido la causante del cambio. Al terminar de correr todo el bosque encuentra en el último árbol una sutil figura. La de la niña. Con la postura con la que quedó, aunque parece dormida en la escultura incrustada en el árbol. La gente al ver a Tomás entrando corriendo, va al bosque a verlo. Muchos se quedan sorprendidos en los primeros metros por su belleza. Pero los niños buscando al abuelo llegan hasta el final. Lo encuentran de rodillas ante un árbol llorando, hundido. Se culpa, a la par que susurra "el bosque extrae las almas, para alimentar la suya, alma triste y egoísta, cegada por su juventud, su florecer y su reencarnación. Vil alma que te camuflas con otras." Termina gritando Tomás. La gente lo mira y lo acompañan a su casa, pensando que le acaba de dar un ataque de histeria. Para que la gente disfrutara el bosque, Tomás la historia calla, y sus labios sella.

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