Relato 116 - Outro
Un cuadro se hallaba en la esquina de una descascarada pared, pero detrás de él había una persona golpeando y pateando por salir. Era tan pesado que apenas se movía. Su cuerpo quedó agotado y su mente al borde de la locura. Se rindió y cayó a un frío suelo. Sus ojos se movieron de un lado a otro cuando escuchó unas pisadas.
En donde estaba era una minúscula habitación la cual no tenía ventanas sino pinturas que las simulaban y la puerta por donde entró ya no estaba.
Empezó a sentir escalofríos y en sus oídos alguien susurraba algo. Se dio la vuelta y no había nada.
El sudor frío comenzó a empapar su frente y cerró los ojos después de emitir un chillido.
Unos ojos rojos estaban detrás de él y dio un grito desgarrador por última vez.
Las paredes quedaron salpicadas y alguien entró con horror.
—¡Otra vez lo hiciste!
—Yo no fui.
—No me eches la culpa a mí de lo que hiciste.
—¡Junta su sangre y pinta!
—No te obedeceré.
Se fue acercando, pero antes de hacerle daño se desvaneció y la persona salió, pero al rato regresó con un frasco en donde junto el fluido.
—Es la última vez que lo hago y si matas a otra persona desaparecerás para siempre.
Dejó el recipiente en una mesa y prosiguió a limpiar el lugar. Luego de asear, mojó un pincel en la sangre y sobre un lienzo comenzó a dar color a unas tejas que previamente había dibujado al igual que las amapolas que decoraban la hermosa pero macabra pintura.
Paseó con la tinta hacia el otro lado de la casa específicamente a un cuarto lleno de muñecos de porcelana, se sentó frente a unos que representaban a un padre y a sus dos hijos.
—Los he estado soñando, pero no puedo impedir que lleguen mañana para evitar una tragedia.
Las cerdas se fueron aproximando, pero se detuvo para no tocar las mejillas.
—Tengo que esconderlos para que no se dé cuenta — dijo en su interior.
Las tomó y con sigilo giró la llave del patio. Salió con los pies descalzos y de la caseta tomó una pala la cual llevó como arma si la atacaba.
Después de un rato bajó la guarda al no sentir la presencia. Cavó un pequeño hoyo en donde depositó las figuras y las tapó con la tierra.
—Aquí estarán a salvo.
Regresó a su cama y se durmió. Pero a la mañana siguiente las figuras fueron desenterradas y estaban esperando en la puerta.
—¿Creíste que no las encontraría?
—Ya no quiero esto.
—¡Por favor, no seas idiota!
—Te lo digo en serio.
—¡Levántalas y llévalas a la tienda!
...
Mirando por la ventanilla del tren estaba un hombre junto a sus hijos que jugaban a las cartas y el que ganara se llevaba la bolsa de caramelos. Los miró con una sonrisa porqué estaban en camino hacia una nueva vida.
El viaje fue largo, pero llegaron, bajaron las maletas y salieron agotados.
Afuera de la estación se hallaba una tienda la cual vendía una variedad de cosas, entraron porqué era llamativa.
Allí había una mujer que tenía un extraño color de ojos, una abundante melena castaña y en sus labios poseía una capa de labial carmesí, pero con tono oxidado, eso la hacía peculiar pero bonita a la vez.
Comenzaron a hablar y los niños exploraron con curiosidad el lugar.
En la búsqueda encontraron una maqueta en la que se representaba a un salón de una escuela por los pupitres y los alumnos estaban sentados en pareja excepto uno. La figura era frágil y la niña le preguntó a su hermano porque la habían dibujado triste. Él le respondió que no sabía y también le resultó extraño que estuviera sola así qué empezaron a buscar la figura faltante.
Mientras hablaban vio un cuadro que le pareció bello y le preguntó por el precio. El valor era elevado, pero ella se lo dejó más barato porque le pareció agradable.
Los niños vieron unas figuras iguales a ellos, pero los llamo su padre para irse del lugar sino iban a llegar tarde.
Fueron caminando con el equipaje hacia su nuevo hogar que se encontraba cerca de un parque.
En la puerta estaba una agente de bienes raíces, le dio las llaves y se fue. El interior era acogedor y cada rincón contaba con gran espacio, desempacaron y colgó el cuadro en la sala de estar. Cenaron temprano y cada uno descansó en su cuarto.
En la mañana mientras preparaba el desayuno hablaba cordialmente con la madre de los niños por teléfono, y en la televisión estaban mostrando una noticia.
Un hombre desapareció y era parecido al señor que miraba la casa en el cuadro. Cuando miró el aparato ya era otra la información. Los despertó y al rato entraron en la cocina para sentarse en la mesa, pusieron sobre esta la figura del pupitre.
—¿De dónde sacaron eso?
—Es de la tienda y estábamos buscando la figura que falta, pero no la encontramos y sin querer la trajimos, pero queremos devolverla — dijo el niño.
—Bueno, iremos a después y discúlpense con la señora.
—Si — dijeron a la vez.
Al terminar de desayunar se cambiaron y fueron hacia la tienda, pero estaba cerrada así pasearon un rato, pero cuando pasaron cerca de una edificación de piedra los oídos le empezaron a zumbar y un cortante ruido prosiguió después de que escuchara Outro varias con distintas voces. movió la cabeza y empezó a marearse, pero alguien tomó su mano para guiarlo y se sentará en un asiento. levantó la vista y vio a la mujer de la tienda.
—Justo pasaba y los vi, pero noté que no estabas bien así que te tomé la mano para ayudarte. ¿ahora como estas?
—Un poco mejor.
—¿Necesitas algo?
—No, no se preocupe.
La niña le entregó la figura y se disculpó, le sonrió y le dijo que no pasaba nada, cuando se marchó se sintió mucho mejor y compraron los víveres para luego volver a casa. alrededor de las ocho miró la pintura y a lado puso unas decoraciones para que no esté tan desnuda. pero notó algo extraño. la pintura roja ya no tenía la misma tonalidad. Le pasó el dedo y se borroneo además desprendía un raro olor. detrás parecía haber otra cosa, intentó averiguar, pero sus hijos lo llamaron. Puso orden a la situación porque estaban peleando debido a que ninguno quería ser el perdedor en los videojuegos. En la cena todo se calmó y hubo risas por un programa de comedia.
Los días fueron pasando y ellos se adataron, pero para el hombre las noches eran insólitas porque cada vez que soñaba despertaba al día siguiente con una sensación de tristeza y después del trabajo acudía a la tienda para hablar con Melissa. y le hablaba de lo que le sucedía. Esa madrugada en la que pacíficamente soñaba se tornó escalofriante al verse caminado en un camino de cadáveres el cual conducía a un tétrico hogar rodeado de muerta vegetación.
En la esquina del pasillo vio una gigantesca pintura y en ella dibujadas todas las personas que visualizó anteriormente y el bullicio decía Outro.
De pronto la campana de una escuela comenzó a sonar, allí vio a una niña siendo excluida y en el aula pasaba lo mismo. cuando llegaba a su casa presenciaba con dolor los pleitos y se tapaba los oídos con lo que fuera y realizaba dibujos de una sombra.
Luego de decir su nombre varias veces podía tener felicidad, pero este poco a poco se apoderó de su mente.
Despertó exaltado y a lado de su cama se hallaba la figura de una sombra de ojos rojos. La tomó y examinó, descubrió que se encastraba en algún lado. caminó con ella y llegó a la sala en donde empezó a romper el cuadro. Detrás había otro lienzo y en este observó que a la derecha estaba Melissa de perfil y en el otro lado esos ojos aterradores, lo rasgó por la mitad y sacó el dibujo que vio en sus sueños.
Dio vuelta la hoja y se encontró con palabras como; «Llévame lejos» «Siempre seremos mejores amigos» y «Tú mi otro yo». Mientras leía estaba siendo observado, separó los labios como si fuera a hablarle, pero no lo hizo y salió por la ventana antes de que él viera que fue lo que entró, La cerró, pero a lo lejos alguien seguía mirando. Luego atravesó el parque para adentrarse en la casa de piedra.
Volvió a la sala y contemplo por un momento el perfil.
—Tan bonita y la vida qué vivió tan fea y la única compañía era el monstruo de su imaginación.
Quedó abrumado.
—¿Como podré ayudarla?
Regresó a la cama pensativo, pero de a poco fue durmiéndose. La figura quedó en la sala, arriba de una pequeña mesa y la sombra que proyectaba en la pared era gigantesca además los ojos se tornaron más penetrantes. Solo había una razón para lo que estaba ocurriendo y era porqué Outro estaba allí.
En la oscuridad Melissa gritó por el terror que le produjo al enterarse que el ser qué creó no estaba en su hogar.
A la mañana siguiente el ambiente se sentía pesado y cuando subió para despertarlos se dio cuenta ninguno estaba en su cama.
Desesperado los busco por toda la casa y conmocionado llamó a la policía, pero nadie atendía y lo único que escuchaba era Outro.
Corrió y tomo la figura, abrió la puerta y fue directo a la tienda. En el tubo del teléfono se escuchaba que alguien decía Hola...
Llegó agitado a la tienda, pero esta estaba cerrada y de la furia golpeo la persiana, pero paró cuando Melissa lo empujó.
—¡¿En dónde están mis hijos?!
—Están detrás del cuadro.
—Te denunciaré y mejor que ni se te ocurra tocarles un mechón porqué lo pagarás.
— Cálmate y déjame explicarte lo qué está pasando.
Tardó en clamarse.
—Con esa figura abrirás una maqueta que contiene el arma que lo matará.
Agarró su mano y comenzaron a correr rumbo a la edificación de piedra. Entraron y sintieron los gritos de los niños. intentó consolarlos diciéndoles que todo iba a estar bien.
En el centro del cuadro estaban dibujados los tres, pero sin pintar.
Quedó de rodillas, pero lo ayudó a pararse porque le dijo debían ir al lugar en el que estaba la maqueta. Con sigilo caminaron porque notaron la sombra deambulando de Outro. Entraron al cuarto de las figuras y se quedó asombrado por la cantidad que había.
—Crear cosas me ayudaba a sobrellevar el abandono, la exclusión y la humillación en la infancia. En la adolescencia trabajé duro para tener algo mío. y en la adultez deseaba poder cambiar, pero ya tenía el control mi mente y se volvió peor, aunque al principio era divertido ver sufrir a las personas.
Tenía la maqueta bajo llave y a las figuras también. Dejó las cosas arriba de la mesa y se sorprendió al verse en miniatura.
—Había soñado con ustedes y por eso las hice, aunque no quería que se enterara, pero la primera vez que quise esconderlas se dio cuenta y me obligó a llevarla a la tienda. Eso le sucedió a la persona anterior, Compró la figura de sí mismo, pero esa estaba marcada porque las mejillas se pintan con sangre al igual que el color rojo en tu cuadro.
Se quedó atónito y retrocedió unos centímetros de ella.
—Me obligó a hacerlo, pero no me tengas miedo porque no te haré nada.
Volvió a su lado y le indicó que debía incrustarla a lado del pupitre, al hacerlo la niña parecía sonreír y la maqueta se abrió al medio. Adentró se hallaba una daga.
Se la dio y salieron, esta vez fueron a donde se encontraban los niños. Señaló hacia la pared y le dijo que cuando desapareciera la puerta aparecería.
—Outro — repitió varias veces.
Una gigantesca sombra se hizo presente y los siniestros ojos se abalanzaron hacia él, lo cubrió por completo, pero pudo salir al rodar, aunque perdió la daga. Ella la tomó, pero la ocultó detrás de su espalda. Se levantó y le arrojó distintos elementos, pero nada funcionaba además escuchaba el llanto de sus hijos.
El monstruo era imparable nada le hacía daño. Comenzó a cansarse, pero debía seguir por sus hijos. Le devolvió la daga y le dijo que la atravesara, pero él se negó.
— No hay otra manera de detenerlo y tú fuiste la única persona qué tuvo empatía por mí.
Outro se iba acercando.
— ¡Por favor hazlo! — Dijo entre lágrimas.
Otra vez volvió a negarse y como ya no había tiempo se la arrebató de las manos y se apuñaló. Quedó sin reacción por lo que acababa de presenciar.
La sombra se desvaneció y el cuerpo quedó desangrándose en el suelo. Como ella había dicho apareció la puerta, la abrió y vio a sus hijos en una esquina. Los abrazos y levantó. Pero antes de salir les dijo que cerrarán los ojos.
A medida que iba avanzado el lugar se tornaba distinto y cuando finalmente dejaron el lugar. El inmenso cuadro se cayó y comenzó a desintegrarse al igual que todas las figuras en el cuarto. El cuerpo parecía que fue pintado sobre un lienzo porque los cabellos, la piel y la posición en la quedó mostraban la muerte desde otra perspectiva. Una que era hermosa pero trágica e hiriente de ver.
Volvieron a la casa en donde les dijo que ya todo había pasado, pero al rato empacó lo necesario para partir hacia otro lado.