Andora o la Pasión Sublimada (3era entrega)

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Raul-de-la-Cruz
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Andora o la Pasión Sublimada (3era entrega)

Mensaje por Raul-de-la-Cruz »

Con esta última frase, Andora dio por concluido nuestro segundo encuentro. Regresé al hotel y después de cenar me dediqué a escuchar una y otra vez la cinta en donde había registrado su voz. Aun no creo del todo esta historia, pero me parece fascinante. Sin embargo, es el deseo incontenible de estar con ella lo que por ahora me motiva. No sé lo que me pasa, pero su presencia opera cambios inusitados en mi mente y en mi comportamiento.

CAPÍTULO III
TERCER ENCUENTRO CON ANDORA.

Esta mañana nos hemos encontrado de nuevo, un saludo convencional ha precedido nuestro tercer encuentro. De nuevo la cinta corre y el casette se impregna de sus vivencias.

(Trascripción del 2do registro grabado)
Sumamente entristecido, pero al mismo tiempo resignado, Exnabor me habló de mi nueva condición y las reglas a las que me debía someter:
- Mientras estés bajo los dominios de Sebalá podrás prescindir de las necesidades humanas, ya que tu organismo adquirirá un nuevo estado en el que solo necesitarás del agua para adquirir los nutrientes que tu cuerpo necesita. Tu ciclo menstrual también debe desaparecer, al menos por algún tiempo, eso lo conseguirás preparando ciertas hierbas muy comunes en los lugares donde estarás y que se encargarán de neutralizar el proceso de ovulación... Con eso evitaremos que quedes encinta si algún día ocurre algo inesperado. Cuando salgas de esta situación sólo bastará que dejes de tomar las hierbas para que tu ciclo vuelva y puedas concebir sin ningún problema.
- Esto es como estar muerta en vida –repliqué- de que me sirve la existencia bajo estas condiciones.
- Necesitas aferrarte a la vida, con sangre y dolor si es necesario. He hecho todo esto por ti, porque las esperanzas existen.
- ¿Qué esperanzas puede haber cuando me hallo sumida en la peor condición que puede experimentar una mujer?
- No son muchas en realidad, pero existen mientras logres preservar tu cuerpo de la desnudez absoluta. Aunque tus atuendos sean ínfimos, debes procurar mantener oculto tu sexo, allí reposa el chakra de tu iniciación y si Sebalá llegara a apoderarse de él conseguiría inmediatamente la posesión de tu alma. Por ahora, sólo dispone de tu cuerpo y eso no le garantiza que seas una Lémbrina fiel porque tus pensamientos y emociones todavía te pertenecen, aunque los pueda leer en las noches a través de tus sueños.
- ¿Y entonces? ¿Qué debo hacer? –Pregunté un poco más alentada-
- Preservarte virgen, sin develar tu sexo a la vista de ningún hombre de bajos instintos. Eso nos dará algún tiempo para encontrar a quien que sea capaz de amarte por lo que tú realmente representas. Al encontrar a esa persona, podrás entregártele sin temor ni recelo, ya que al romper tu virginidad estará acabando con los hilos que te atan a Sebalá. Recuerda: Solo la nobleza de un amor puro destruirá el cerco de lujuria con el que te oprime tu agresora.

(Fin de la transcripción)
Yo me encontraba fascinado con aquella narración. Las preguntas se abarrotaban en mi mente y olvidándome de mi promesa le pregunté:
- El bikini que traes puesto está muy deteriorado. ¿Qué pasaría si se rompiera y tus intimidades quedasen al descubierto?
- No lo sé y eso me aterra. Ya sabes que no puedo quedar en la desnudez absoluta y estoy a punto de perder lo poco que traigo encima. Es por eso que te busqué, necesito que se conozca mi historia lo antes posible, estoy segura que debe existir alguien capaz de liberarme, alguien que me pueda amar verdaderamente... Lo que dudo es si podrá llegará antes de qué... ¡no lo sé!

Un sollozo se coló por su voz al pronunciar estas últimas palabras. Describir lo que sentí en aquel instante resulta complicado, pues eran sensaciones complejas y a la vez tan antagónicas que no podía ni siquiera hablarle. Por un lado, sentía pasión, deseo, un éxtasis libidinoso y casi irrefrenable por aquella exuberante mujer; pero por otra parte, una inmensa pena me invadía sin poderlo evitar. Era como si el arrepentimiento me removiera las entrañas al escuchar aquella voz que todavía conservaba los matices de la adolescencia. Andora siguió hablando, pero esta vez su mirada se perdía en el horizonte… ¿Por qué será que tiene esta costumbre de hablar sin mirar directamente a su interlocutor?

(Trascripción del 3er registro grabado)
Tengo tres años vagando por estas selvas, antes traía conmigo más ropa, pero la he ido perdiendo poco a poco, algunas veces por voluntad de Sebalá y en otras por las terribles circunstancias que he tenido que enfrentar...

(Pausa en la trascripción)
Andora iba a proseguir con su relato, cuando me percaté de que dentro de poco se haría de noche y me sería difícil llegar a Cayena. Con mucha suavidad puse mis dedos sobre sus labios y casi susurrando a su oído le pedí que continuásemos mañana. Tal vez son mis deseos haciéndome sentir lo que no es, pero por un momento fue como si sus labios se entreabrieran ante el roce de mis dedos para dejarme un tímido beso. Quise corroborar mi especulación y me despedí de ella con un beso en la mejilla, de esos que casi llegan al extremo de la boca para dejar entredicho que hay algo más que amistad o cariño… Creo que me correspondió.
Son las nueve de la noche, hace una hora que llegué al hotel y después de cenar me dispongo a escuchar un poco de música local, darme un baño y acostarme. Por hoy no quiero escribir, son tantas las ideas, emociones, pensamientos y evocaciones que se revuelven en mi mente, que estoy seguro de que no podré hacer nada, debo dormir.
...Han pasado las horas, deben ser como las doce, pero aún no concilio el sueño. La imagen de aquella mujer no se aparta de mi mente ni por un segundo. ¿Qué me pasa?... Ni yo mismo lo sé. Estoy a punto de salir corriendo de esta insoportable habitación e internarme en la selva para buscar a Andora. Me parece injusto que yo me encuentre acá entre finas sábanas de hotel, mientras ella entrega su cuerpo a las inclemencias de la selva, exponiendo su piel a las hierbas y espinos qué aun en sus sueños le harán dura la existencia.
...Poco a poco el letargo me va venciendo, creo que dormí por unos instantes, pero sólo para encontrar un sueño húmedo y pesaroso que me hace despertar sobresaltado. Miro el reloj y son las dos y media de la mañana, tengo que relatar mi sueño para poder liberarme de la impresión que me ha dejado.

(Continuación del 3er registro grabado - Sueño con Andora)
Estábamos juntos de nuevo, yo permanecía absorto en su contemplación mientras ella me relataba su historia. Me hablaba con su particularidad habitual, dándome la espalda para mirar en la distancia, como queriendo buscar allí el hilo de sus pensamientos. De repente, y tentado por la lujuria arrojé mi pluma fuente hasta sus pies simulando que se había caído. Le pedí que me la recogiera y ella accedió inocente y de buena gana. Se dobló para recogerla y sin el menor reparo puso la tentación de sus nalgas frente a mis ojos, mis ojos llenos de deseo, llenos de morbo y casi desorbitados por la excitación.
Mi vista y mi auto control estaban siendo desafiados, podía ver con toda precisión la minúscula tela que se empeñaba en sostener su bikini entre las nalgas, más abajo, la telita se engrosaba un poco para semi-ocultar su sexo. Estaba desgastada por el uso al que había sido sometida durante estos últimos años. Por debajo se adivinaba, sin ningún esfuerzo, la protuberancia de los labios de la vulva, resaltados por la secreción de sus humedades y queriendo reventar de una vez por todas aquel velo que tercamente se empeñaba en mantenerlos ocultos.
No me pude contener y se lo agarré... fue tanta mi vehemencia y mi desesperación que la prenda se rompió y Andora quedó completamente desnuda ante mí. Ambos permanecimos paralizados ante la minúscula trusa que estaba en el suelo como un animal recién muerto.
-¿Por qué lo hiciste? –Me gritó-
-La podemos arreglar –le insistía mientras la tomaba del suelo-
-Ya es tarde, sabías que si hacías eso sería mi fin, me dejaste desnuda a propósito. ¡Te aborrezco!
En ese instante, Andora se fue desvaneciendo en una neblina espesa que se la llevaba sin que yo pudiese hacer nada.

(Fin de la transcripción)

Todavía me encuentro sudando, estoy muy excitado y no puedo contener el deseo que se apodera de mí, pero no hay nada que hacer ¿Cómo podré encontrar a Andora en el medio de la selva y a esta hora de la madrugada?
Para aplacar un poco este delirio he tenido que masturbarme, no es mi costumbre, pero el solo recuerdo de esa mujer me es más grato que la presencia de cualquier prostituta que viniera a calmar mis deseos en este momento.
(Continuará)
Por: Carlos Pereyra
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