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Relato 6 - Lo que habita en el espejo
2024-09-22
Presentación
En algunos lugares de Latinoamérica, los espejos tienen fama de ser instrumentos ritualistas, portales a dimensiones alternas y recinto de energías malignas. En este relato conocerá una situación poco común padecida por una pareja. El texto es ficción, pero está construido a partir de experiencias de la vida real.
Relato
LO QUE HABITA EN EL ESPEJO Los espejos pueden ser portales empleados por entidades malignas. Muchos hemos escuchado hablar al respecto, pero ¿cómo es que se activan? Existen diversas maneras de hacerlos funcionar como una puerta entre nuestro mundo y dimensiones paralelas de bajo astral. Pueden ser objetos maldecidos por algún hechicero para utilizarlos como instrumento ritualista, algunos se contaminan por presenciar una muerte violenta: un asesinato, un suicidio o por el fallecimiento a causa de una ceremonia de liberación. Respecto a esto último quiero hablar. Corría el año 2009. En nuestro hogar había problemas económicos muy serios. Hubo ocasiones en las cuales no teníamos para comer y la falta de dinero empeoraba justo cuando teníamos cuentas que pagar al banco. La mayor parte de nuestros ingresos los ocupábamos para liquidar precisamente esas deudas. Vistos en la necesidad de buscar otra forma de ganar dinero, decidimos poner un negocio “sobre ruedas”. Los fines de semana empezamos a vender ropa y artículos de belleza para dama. Con el transcurso de las semanas, el negocio iba prosperando. Incluso logramos liquidar la deuda con el banco antes de tiempo. Nos empezaba a ir mejor. Un fin de semana de aquel 2009, salimos a vender nuestra mercancía, con la esperanza de que lográramos acabar con la que teníamos atrasada, de esa manera podríamos surtir el negocio y las ganancias llegarían más a prisa. Terminó nuestra jornada laboral en el negocio y, en el momento en que empezamos a empacar nuestros productos para regresar a casa (contentos porque nuestras ventas habían sido mejor de lo que esperábamos), llegó una mujer haraposa, vestida con prendas oscuras y con los ojos llorosos. Mi mujer y yo no pudimos evitar sentirnos aturdidos por el aspecto de aquella persona. Su sola presencia nos hizo entrar en un estado de desesperación. Al acercarse a nosotros, percibimos que llevaba un objeto entre sus manos, el cual despedía un fuerte olor a moho. Se trataba de un espejo hexagonal enmarcado con un metal dorado refulgente. —Buenas tardes, jóvenes. ¿No les interesa comprarme este espejo? Podrían ocuparlo para que la gente se mire al probarse los maquillajes y la bisutería… incluso pueden venderlo… es muy bonito. Es que no tengo dinero para comprar los alimentos de hoy y, en casa, me esperan mis hijos. Tenemos hambre y no tengo con qué alimentarlos. —No nos interesa comprarlo. Se lo agradecemos mucho —dijo mi esposa—, pero podemos ayudarla con algo—. Mi mujer sacó un billete de la caja que ocupábamos para guardar el dinero de nuestras ventas. —¡Qué generosos son! De cualquier manera, ya no puedo quedarme con el espejo si ustedes me han dado este apoyo. Acéptenlo, por favor—. Con repulsión, por el hedor del objeto, lo tomé y lo guardé en una paca de mercancía que estaba junto a mí. Cuando llegamos a la casa, descargué la mercancía de nuestra camioneta y saqué el espejo de donde estaba metido. Pensé que con un poco de agua y lejía el hedor se iría de aquel objeto. Sí logré eliminar el mal olor. El espejo era tan bello. Podría aseverar que era una antigüedad por su forma y ornamentación barroca. Detrás del marco metálico, tenía una inscripción formulada con el alfabeto copto. También había unos números que yo quise considerar como una fecha: 1-5-870. De alguna manera, me sentí muy afortunado por haber adquirido esa “reliquia”. Lo llevé hasta nuestra recámara y lo coloqué sobre la pared, junto a la cabecera de la cama. Todo comenzó esa misma noche. Mi mujer y yo estábamos dormidos y nuestro sueño se vio interrumpido por un fuerte golpe proveniente del techo. La situación no tenía sentido porque sobre nuestra vivienda no había objeto alguno que pudiera provocar ese ruido. Quisimos atribuirlo a un par de gatos que acostumbraba deambular sobre nuestra casa por las noches. Pero sucedió algo más perturbador: un gato empezó a maullar frente a la ventana de nuestra habitación. Los maullidos pasaron a ser golpes que hacía el supuesto animal contra el vidrio. Me puse de pie y corrí la cortina para ver qué sucedía. No había nada ahí afuera. La situación continuó de la misma forma durante varias noches. Justo a las 21 horas algo muy pesado caía sobre el techo de nuestra habitación. Aquel golpe venía seguido de ruidos en el interior de la casa: se escuchaba que jalaban las sillas del comedor, un perro gruñía frente a la puerta de la recámara (nosotros no teníamos mascotas). Era bastante inusual. En alguna ocasión, cuando ya era insoportable escuchar aquellos ruidos tan extraños en el interior de nuestra casa, sucedió lo inimaginable. Después de haber soportado los ya cotidianos fenómenos un tanto anormales, mi esposa recostó su cabeza sobre mi pecho y se entregó a un sueño profundo. Me despertaron los gemidos que hacía. Su cuerpo temblaba con violencia, era como si quisiera despertar, pero no podía hacerlo. Me angustié al verla de esa manera y la sacudí con algo de brusquedad. Después de tanto logré despertarla. En cuanto me vio frente a ella me abrazó con fuerza. Me contó que había tenido una pesadilla: en el sueño vio a un grupo de personas con indumentarias antiguas, rodeándola. Un hombre barbado y viejo estaba realizando una especie de ritual. Ella sacudía su cuerpo convulsamente y gritaba angustiada. Mencionó que lo más desconcertante de aquella situación fue la presencia del espejo en su pesadilla. Era el mismo espejo colgado sobre la pared, a un costado de la cama. Pasaron los días y los vivimos lo mejor que pudimos, pues las noches ya no nos servían para descansar. Las ventas en nuestro negocio disminuyeron y fue inevitable vernos en bancarrota de nuevo. Incluso perdí mi empleo y mi mujer se empezó a poner mal de salud. Ya no comía; estaba muy delgada. Ella se caracteriza por su belleza y tener un cutis hermoso; sin embargo, sobre su rostro se comenzaron a formar unas ojeras bastante oscuras y su piel se marchitaba con el pasar de los días. De nuevo nos vimos con deudas por todas partes. Mi esposa iba al trabajo, pero ya no lo hacía con el mismo ánimo. Nuestro negocio de fines de semana quebró. Ahora yo también tenía pesadillas por las noches y en ellas estaba el espejo. Veía a una joven, quien no se parecía en nada a mi esposa; sin embargo, por alguna razón sabía que era ella. En cierta ocasión, mientras estaba solo en la habitación, miré el espejo y por unas milésimas de segundo, vi asomar de entre una espesa negrura, un ser hórrido e indescriptible. Fue abrumador. Los ruidos extraños en la casa ya no sólo eran un malestar nocturno, empezaron a escucharse también de día. Pasaron los días y llegó el momento en el que mi mujer ya no pudo ponerse de pie. Se pasó una semana postrada en la cama. Volvía el estómago con frecuencia, aun cuando casi no ingería alimento alguno. Pedí a dos médicos que la revisaran y sus diagnósticos fueron alentadores pues uno me dijo que estaba resfriada; el otro, que tenía una infección estomacal. Le recetaron medicinas. Pero ningún medicamento mejoró la salud de mi esposa. En un acto de desesperación al verme desempleado, sin un solo peso en la bolsa, y además con mi esposa en cama, salí en busca de trabajo. Iba con lágrimas en los ojos y preocupado por haber dejado a mi mujer tendida sobre el lecho. Nadie quiso emplearme. Desesperado y triste por esa mala racha, me senté en la banca de un parque y lloré, presa de la angustia. Cuando estaba en aquella posición de abatimiento, un anciano se sentó junto a mí y me dijo: —Estás muy mal, muchacho. Necesitas ir a ver a alguien que te ayude a liberarte de lo que traes pegado a tu espalda. —No entiendo de qué me habla —le dije al señor, con un gesto dubitativo—. No entiendo a qué se refiere. —Yo puedo ver ciertas cosas que la demás gente no. Sobre tu espalda llevas pegadas unas “cosas” muy malas. Como el anciano aquel me inspirase bastante confianza, decidí contarle cuál era la situación que nos aquejaba a mi esposa y a mí. El hombre me escuchó con mucho cuidado y cuando terminé de referirle los sucesos, de súbito me dijo: —¡El espejo! El espejo es el que ha traído tanta desdicha a tu hogar. Y, si no te deshaces de él, seguirá sumiéndolos en la miseria hasta que tu esposa y tú queden locos o dejen este mundo. —¿Cómo llegamos a todo esto? —No lo entenderías. Lo único que te puedo decir es que en el espejo vive lo indecible. También es una puerta por la que energías siniestras y perversas entran a tu hogar. Si no cierras esa puerta y te deshaces de ella, tu situación empeorará. Toma —me ofreció un papel sobre el que acababa de escribir una dirección—. Ve a ver a esta persona. Ella te dirá qué debes hacer. No te cobrará, sólo le darás lo que juzgues conveniente. Ella los aliviará de su malestar. Después de meditarlo durante unos minutos, me puse de pie y me despedí de aquel hombre. Caminé durante un par de cuadras. La dirección que me diera el anciano no estaba tan alejada de donde se produjo nuestro encuentro. Toqué a la puerta de la humilde vivienda y me abrió una mujer de la tercera edad: —Lo estaba esperando. Vamos a verla —se apresuró a cerrar su puerta y caminó en dirección a esas calles por las que yo había llegado. Llevaba una bolsa oscura con algunos objetos en el interior. —¿A ver a quién? —le grité a la mujer que ya se alejaba. —A tu esposa. Nunca había visto algo más espantoso que esto. Vamos rápido. No dije nada más y anduve junto a la mujer. En nuestro camino hacia mi casa, una serie de situaciones harto extrañas se llevaron a cabo: los perros nos gruñían y ladraban con evidente desagrado, un auto estuvo a punto de embestirnos, un hombre que parecía padecer alguna enfermedad mental nos cerró el paso y en su mirada vi la maldad misma; un oficial de policía debió alejarlo de nosotros. Yo tenía migraña. Para ese momento era ya entrada la noche. Cuando entramos a la habitación, mi esposa dormía profundamente. En cuanto ingresó la anciana, el foco que alumbraba mi recámara se fundió y la temperatura bajó estrepitosamente. Debimos alumbrarnos con algunas velas. —Si no hubieras ido a verme hoy, mañana mismo habría amanecido muerta tu esposa —dijo la mujer y empezó a extraer frascos y hierbas de la bolsa que llevaba con ella—. Ayúdame a despertarla y ponerla de pie. Mi mujer muy apenas se mantuvo erguida. La señora le hizo una serie de rezos mientras frotaba hierbas y esencias sobre su cuerpo. El techo de la casa empezó a crujir y el maullido exasperado de un gato se escuchó frente a la ventana, como la primera vez. Debo confesar que yo temblaba de miedo y nervios. Mi esposa parecía no estar consciente de lo sucedido alrededor suyo. Cuando la señora acabó su extraño ritual, mi mujer cayó al suelo y comenzó a convulsionar. Fue tan aterrador presenciar aquello, pero algo me decía que mi esposa se iba a aliviar después de aquella limpia. Mi mujer dejó de moverse y su rostro estaba aperlado por el sudor. Se escuchó un último golpe sobre el techo, el más fuerte que habíamos oído hasta entonces. También el espejo crujió. Mi esposa abrió los ojos con dificultad, miraba confundida a su alrededor y preguntó qué hacía ahí tendida sobre el suelo. Dijo que tenía mucha sed. Estaba mareada y tiritaba de frío. Me alegré de verla despertar y la arropé con una cobija mientras la conducía a nuestro lecho. La señora le puso una pulsera con la medalla de San Benito sobre la muñeca derecha y, en seguida, se dirigió a cubrir el espejo con una sábana blanca. Antes de irse, la anciana, dijo lo siguiente: —Mañana vendré por el espejo para deshacerme de él. Por hoy duerman tranquilos y no vayan a tocar ese objeto endemoniado, por favor. Atendimos a las recomendaciones de la extraña señora. Dormimos ya sin miedo y sin angustia. Los ruidos no se escucharon más y las pesadillas se terminaron. Al siguiente día mi esposa despertó con mucha más vitalidad y sonriente. A mediodía la anciana tocó a la puerta de nuestro hogar y no la hicimos esperar. La condujimos a la sala y mi esposa le ofreció un vaso con agua. La señora temblaba y su rostro reflejaba un temor indescriptible. —¿Se encuentra usted bien? —Le pregunté. —No. La mala energía que los estaba atacando ayer estuvo en mi casa. Mató a mis canarios y a mi perro. —Nosotros… lo sentimos mucho —sólo atiné a decirle a la señora, apenado por la situación. —No es culpa suya. En algún momento me iba a tocar enfrentarlo, finalmente mi misión en la vida es sanar a las personas que son afectadas por esas cosas. Allá afuera de su casa dejé una figura de barro negro. Ahí tengo atrapado al ser que los estaba atormentando. Necesito su espejo para encerrar todo el mal en él. Es necesario ocultar ese objeto en un lugar secreto, alejado de aquí. Se dirigió hacia nuestra habitación y la señora descolgó de la pared el espejo, así cubierto por la sábana blanca. Lo sacó de nuestra casa y, afuera, lo alejó junto a la figura de barro en la que tenía encerrado al ser que había acabado con la vida de sus mascotas, según refirió. La señora dejó sobre la acera de la calle aquellos objetos malditos. Nos dijo que en un momento más pasaría a recogerlos para llevárselos. Regresó al interior de la casa con nosotros y nos dio una serie de recomendaciones. Aprovechamos para darle cierta cantidad de dinero que, por cierto, ella jamás pidió. Cuando acompañábamos a la mujer al vestíbulo de la casa, un vecino se alejaba apresuradamente y, ni el espejo ni la estatua estaban sobre la acera. Sólo estaba la sábana blanca. Nos miramos entre nosotros y lamentamos mucho el inminente destino de aquel pobre incauto. No pasó mucho tiempo para que viéramos a nuestro vecino hundido en el mundo de las drogas, con mal aspecto y metido en una serie de problemas con la ley. Un día nos enteramos de su fallecimiento en circunstancias muy extrañas, de las cuales jamás habló su familia. Del espejo no hemos sabido nada más, pero podemos dar testimonio de que no es bueno aceptar ese tipo de objetos si desconfías de quien te lo ofrece.
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Fecha Publicación
2024-09-24 10:36:47
Comentario
El texto intenta ser un relato pero no lo consigue, parece más un reportaje o una entrevista. Le falta alma, noto el estilo rígido. No hay terror aunque lo pretenda. Cuenta mucho más que muestra. Los espejos son considerados objetos astrales en todas las culturas, no solo en hispanoamérica. El primer párrafo de disgresión y preguntas sobra. La ortotipografía está cuidada, si que es cierto que algunas expresiones como “mujer de la tercera edad” o “las demás” me suenan raras. Muchas gracias por participar, autor. Sigue escribiendo.
Fecha Publicación
2024-09-26 09:03:40
Comentario
Jorge Luis Borges abunda en el tema de los espejos. Basta mirar EL ESPEJO DE LOS ENIGMAS, EL ALEPH, TLON UQBAR ORBIS TERTIUS, etc. Así, el autor / autora podría nutrir su narración con discretas alusiones literarias para darle mas relieve.
Fecha Publicación
2024-09-26 17:28:26
Comentario
Estimado autor o autora. Tu relato consigue crear un clima de desazón y misterio cercano al terror, pero no acabas de dar con la atmósfera adecuada para este tipo de relatos. La idea es buena, sin embargo creo que sobra el párrafo inicial, es una especie de spoiler en que pareces utilizar para justificar la credibilidad de la historia, pero lo que consigue es arruinar la tensión narrativa que podrías haber ido aumentando si el lector ignorase al principio que el problema reside en el espejo. En cuanto a ortografía, se nota que esta cuidada y revisada; sin embargo el estilo me parece mejorable: al utilizar el pasado me chirrían algunos demostrativos “No había nada ahí afuera” (yo pondría “allí fuera”), “Me sentí muy afortunado por haber adquirido esa reliquia (yo pondría “aquella”) Por otro lado, el lenguaje me parece un poco artificial e impostado: "Como el anciano aquel me inspirase bastante confianza, decidí contarle cuál era la situación" (mejor "inspiraba") “Mi esposa parecía no estar consciente de lo sucedido alrededor suyo” (“ser consciente” y “lo que sucedía”, puesto que aún está ocurriendo) “una serie de situaciones harto extrañas se llevaron a cabo” (llevar a cabo, me parece una forma muy aritficial de decirlo “una mujer de la tercera edad” (la gente no habla así, dice anciana o, directamente, vieja) “Mi mujer muy apenas se mantuvo erguida” (sobra el “muy”) Como digo, la idea me ha parecido original y, si tiras de ese hilo teniendo en cuenta la tensión narrativa, estoy seguro de que te saldrá un buen relato. Ánimo.
Fecha Publicación
2024-09-29 20:58:37
Comentario
Usar un espejo maldito es un recurso conocido en el terror, y no tengo nada en contra. Seguro que lo pasaron mal la pareja. "Volvía el estómago con frecuencia" no me parece correcto, ¿a dónde volvía? ¡Que listo, el anciano!, diciendo lo obvio, cuando a él ya se le tenía que haber pasado por la cabeza que era culpa del espejo, aunque creo que ellos son los únicos ignorantes. SPOILER: Me parece un fallo tonto de parte de la anciana lo de dejar los objetos solos en la acera, ¡claro que se los iban a llevar! Que poca consideración la mujer del principio. Deshazte del espejo, pero no se lo des a otra persona.
Fecha Publicación
2024-10-04 21:59:58
Comentario
El relato comienza con buen tono, la prosa es ágil, el texto fluye. En uno de los primero párrafos creo ver un detalle a señalar. El protagonista dice “Mi mujer y yo no pudimos evitar sentirnos...”, luego dice “percibimos”. No debería hablar en plural, ya que no tiene forma de saber qué siente o percibe la mujer, si ni siquiera hablaron de esto. Dice que el espejo tiene una inscripción en copto, creo que falta una aclaración de cómo es que reconoce un idioma muerto hace dos milenios. La fecha no está en copto, y el año que representa no es de una época en la que se utilizara el alfabeto. Por otro lado, descubre que el espejo que acaba de comprar como una baratija es en realidad una reliquia invaluable, y su reacción es colgarlo sobre la cama. Parece que algo no está bien en esa reacción. Toda la información sobre el espejo es utilizada para asombrar al lector, para hacerle creer la importancia del objeto. Creo que se exagera, o que no se fundamente suficientemente bien. Más adelante dice que un gato hacía ruidos. En la oración siguiente dice “el supuesto animal”. Ya dijo que era un gato, por lo que el supuesto sobra. En el sueño de la esposa, ¿cómo sabe que las indumentarias eran antiguas? Creo que el autor podría explicar esto mejor. Creo que debería poder describir la indumentaria y no decirnos que es antigua, que el lector lo infiera. Veo también una indefinición del fenómeno que no queda bien. Él ve una figura en el espejo “indescriptible”, el viejo ve una “cosas” en su espalda. Luego le dice “no lo entenderías” y después insiste con “en el espejo vive lo indecible”. La vieja dice “nunca había visto algo más espantoso”. Sería bueno que en algún momento alguien describiera el fenómeno. Recuerdo a Lovecraft con sus criaturas. Lovecraft dice que la criatura es imposible de describir, pero después la describe. No vale decir “no encuentro palabras”, el autor debería dar una descripción aunque fuera caótica. Falta también la descripción del rito que hace la vieja. Ve al vecino que se roba el espejo. ¿No le dice nada, sobre que se lo está robando, o sobre que el espejo está maldito? Un buen relato, con un estilo dinámico que ayuda en la lectura. Los problemas que tiene no son técnicos, son de argumento. O sea que el autor puede sacar un gran provecho en las críticas que se le hagan aquí, para beneficiar su texto.
Fecha Publicación
2024-10-08 16:10:18
Comentario
Un espejo maldito, unos incautos que sufren penurias por su culpa y una señora con capacidad para luchar contra esa magia negra. No son elementos originales, y habría agradecido una redacción que no se acercase tanto a la de una crónica periodística. Con todo, la lectura es muy fluida, y se nota que es un texto corregido. Sin embargo, existe algún caso de puntuación errónea o mejorable, como el párrafo que comienza con "En cierta ocasión"; algún error de mayúsculas, como en "Le pregunté" en un inciso. En cuanto a aspectos gramaticales, hay algún gerundio podría haberse trabajado, como ese "rodeándola"; algunos posesivos con partes del cuerpo no van bien; algunos tiempos verbales erróneos, como ese "me inspirase". Pese a que está cuidado, no está bien corregido, y un repaso tanto ortotipográfico como de corrección de estilo lo habrían dejado pulido por completo. Gracias por participar.
Fecha Publicación
2024-10-10 14:04:47
Comentario
Muchas gracias al autor/a y suerte ^^. Relato que se lee del tirón. Me ha entretenido bastante. Y aunque el tema de los espejos esté un poco manido, si lo haces bien, da igual. Las descripciones de los ruidos y la atmósfera desconcertante e inquietante cuando los protas reciben el espejo y se lo llevan a casa están muy bien. Pone los pelos de punta imaginar el estar en tu hogar, tu lugar seguro, de noche y que te ocurra eso. Me alegra que al menos para la pareja, la historia tenga un buen final, aunque me habría gustado saber un poco más del espejo y de la mujer que se lo regala. ¿Era la única forma de acabar con su sufrimiento? ¿Dárselo a otro? Normalmente, en las historias de terror es así. Para dejar de sufrir por un objeto encantado no basta con deshacerse de él, sino que hay que entregárselo a alguien para que la maldición continúe. No he visto fallos grandes, solo alguna frase que no entiendo, supongo que también por ser propia de su país, y algún tiempo verbal que no estaba bien puesto.
Fecha Publicación
2024-10-15 16:43:32
Comentario
Este relato no consigue transmitir el terror que debería. Quizá por lo manido del tema, o por la redacción del texto. Necesita una buena corrección de estilo que lo vuelva más fluido y ameno. Además, los personajes toman decisiones absurdas y poco creíbles que alejan al lector de la historia.
Fecha Publicación
2024-10-25 10:05:40
Comentario
Autor/a: tu relato tiene potencial, pero carece del estilo literario de la narrativa. No obstante, con algunos retoques conseguirías mejorarlo. Los sortilegios malvados efectuados en objetos y aun más en espejos son un buen recurso, aunque muy utilizado, para crear la atmósfera del misterio y conseguir despertar el temor. Revisa las expresiones del texto. No hace falta recalcar algo que es obvio. ¡Suerte!
Fecha Publicación
2024-10-25 14:02:23
Comentario
Espejo, espejito: ¿quién es el más desafortunado del reino? Después de revisar los comentarios, déjame añadir algo que he percibido. En una de las partes te refieres a un sustantivo colectivo y empleas otra palabra que solo se usa con sustantivos en plural, así que me ha chirriado bastante: Yo puedo ver ciertas cosas que la DEMÁS gente no. En cuanto al contenido, coincido con todos añadiendo que, yo hubiera hecho que la mujer se levantara sonámbula tras la limpia y lo tocase... a ver qué hubiese ocurrido. Salud y buenas letras.
Fecha Publicación
2024-11-06 20:29:44
Comentario
Lo que quería saber en el inicio es quién era el personaje narrador: cómo es, qué edad tiene, si los ojos están más al medio o hacia las orejas... Está bien narrada la historia, pero la cuestión de una reliquia maldita, ya ha sido contada muchas veces. También desde un inicio, se pudo haber relacionado que la reliquia estaba maldita, pero pasaban convulsiones y pesadillas y esto no se asociaba. Si medium bruja ya lo esperaba ¿Por que ella no fue antes al lugar? Pues porque así ocurren los cuentos de reliquias embrujadas. Tal vez el final pudo haber sido trágico. Con un par de revisiones más el relato, tipográficamente, queda más chulo. Gracias autor.
Fecha Publicación
2024-11-20 14:12:27
Comentario
Autor, me pareció un excelente relato. Bien narrado e hilado. Presenta tensión hasta el final. Aunque desde un principio se nombra el espejo, que sospechamos es el causante del desastre, sí que refleja suspenso. Yo no creo en brujas, pero de que vuelan, vuelan. Hay las buenas y malas energías, una no podría existir sin la otra. Muchas lectoras de cartas se refieren al peso de muertos que llevan personas en la espalda, será verdad o no, lo he oído muchas veces, pero la experiencia hace la diferencia. La ortotipografía está bien cuidada. Conseguí esta ausencia de coma. No me fijé en otras faltas, si es que las hay, estuve muy entretenida. Sí (falta una coma)logré eliminar el mal olor. Gracias autor/a por concursar.
Fecha Publicación
2024-11-24 18:10:14
Comentario
Interesante relato de la pata de objetos malditos... o que maldicen. Ha sido fácil de leer y no se aprecian errores, aunque al inicio me pareció que se podría haber utilizado alguna coma más.
Fecha Publicación
2024-12-08 13:47:38
Comentario
Hola, autor. Este relato peca de muy poca originalidad. Si se va a usar un recurso tan manido como los objetos malditos, se debe intentar dar una vuelta de tuerca. En primer lugar, no necesitamos conocer los problemas económicos de los protagonistas. Tanto detalle ralentiza el desarrollo. El ritmo en un relato de terror debe estar muy cuidado. Por otro lado, la intervención de la anciana no resulta demasiado conveniente.
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